No.33 “No llores en mi tumba”

 


No te acerques a mi tumba sollozando,

no estoy allí, no me he marchado.

Vivo en el viento que te acaricia,

en el rocío que las flores amanece.

Estoy en un rayo de sol que tu rostro acaricia,

susurro suave que te envuelve en paz,

en la fragancia de las flores que riegas,
en el rocío que al alba las abraza.


Soy la luz que titila en las estrellas,

que brilla en la noche sobre tu hogar,

la música que brota de la naturaleza,
el canto alegre de los pájaros al despertar.


No busques mi cuerpo en la fría lápida,

ni te aflijas con lágrimas sin fin,

pues vivo en tu memoria, en tu corazón,
en cada latido, en cada palpitar.


Soy el eco de tu amor, la huella imborrable,

el recuerdo que alienta tu alma,

la sonrisa que brota en tu rostro,
la esperanza que te impulsa a caminar.


No llores en mi tumba, no estoy ahí,

estoy contigo, en tu presente,

en cada paso que das, en cada aliento,
en la fuerza que te anima a seguir adelante.

Soy el eco de nuestras risas compartidas,

la fuerza que te levanta en días nublados,

la paz que en el crepúsculo se desliza,

y el amor, que en tu corazón ha echado raíces.



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