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Mostrando las entradas de abril 7, 2024

No 52 “El Eclipse del Amor Eterno”

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En el vasto universo del firmamento, dos amantes celestes, condenados a la distancia, el Sol y la Luna, en un baile silente, se persiguen sin alcanzar su añorada cercania. * Él, rey de los días, derrochando su explendor, debe partir cuando ella, reina de la noche, despierta. Separados por el ciclo eterno, su ardiente amor se consume en la lejanía, con la esperanza incierta. * Mas el Creador, en su infinita bondad, ideó un prodigio para unir sus almas gemelas: el Eclipse, donde se funden en sagrada intimidad, y sus besos se vuelven sombras y estrellas. * En ese instante sublime, el tiempo se detiene, la oscuridad los envuelve en un manto de misterio, y el universo entero, extasiado, contiene el aliento ante tal muestra de amor imperecedero. * Dos cuerpos celestes, dos corazones que laten, fundiéndose en un abrazo cósmico y profundo, desafiando las leyes que a los amantes combaten, proclamando que no existe amor que sea infecundo. * Que esta unión efímera, pero eterna en su esencia, sea

No 51 "La Dicha en la salud y el Olvido"

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  En el jardín de la vida, donde florecen los recuerdos, se alza una verdad, como un roble sabio y sereno. La dicha, esquiva mariposa, no anida en la nostalgia, sino en el presente, en el cuerpo sano y pleno. La memoria, a veces traidora, a veces fiel amiga, puede ser un laberinto, donde el alma se fatiga. Más la salud, tesoro preciado, brújula del destino, es la llave que abre las puertas del camino. ¿De qué sirve recordar las penas, los dolores, si el cuerpo es un templo, morada de amores? La felicidad se encuentra en el ahora, en el instante, en la risa que brota, en el corazón que late. Olvida los ayeres, los pesares y los miedos, que la dicha se encuentra en el hoy, en el presente. Cuida tu salud, tu cuerpo, tu mente, y la felicidad será tu eterna confidente. Que la memoria sea un río, que fluya sin pesar, y la salud, un sol radiante, que ilumine tu andar. Pues en la simplicidad de un cuerpo sano y fuerte, se halla la clave de la dicha, el secreto de la suerte.

No 50 “Latidos del recuerdo”

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Cuando un ser amado muere, somos nosotros quienes no estamos vivos para él, pues él no puede pensarnos. Pero nosotros podemos pensar en él y él está vivo para nosotros. * Así es el ciclo eterno, la danza de la vida y la muerte. Nuestros corazones laten al unísono, aun cuando el suyo ya no resuena. * En la brisa matinal percibo su risa, en las flores su fragancia perdura. Aunque sus ojos se cerraron al mundo, en mi alma su luz sigue brillando. * No se ha ido, sólo cambió de morada, dejando su cálido aliento entre nosotros. Vive en los instantes atesorados, en las melodías que una vez cantamos. * Mientras el recuerdo palpite en nuestros pechos, mientras su esencia impregne nuestro andar, la ausencia será sólo una ilusión, pues el amor trasciende la mortalidad.