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Mostrando las entradas de marzo, 2024

No. 23 “La máscara”

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Tras bambalinas de la vida, un velo esconde la verdad, rostros falsos, sonrisas fingidas, en la fiesta de la vanidad. * Yo, con mi rostro al descubierto, sin máscara, sin disfraz, me avergoncé de ser tan cierto, en un mundo de falsedad. * Los veía reír, jugar, fingir, con máscaras de colores, escondiendo sus miedos y su ser, en un baile de ilusiones. * Y yo, con mi alma desnuda, expuesta a la mirada cruel, me sentí vulnerable, inseguro, en un mar de superficialidad. * Pero entonces, en un rincón, vi un rostro como el mío, sin máscara, sin artificio, un alma que brillaba con su propio brillo. * Y me di cuenta que no estaba solo, que la verdad también tenía su lugar, que la autenticidad era una joya, en un mundo que buscaba ocultar. * Decidí entonces levantar la frente, y mostrar mi rostro sin temor, con la fuerza de ser quien soy, en un mundo que pedía ser otro. * Ya no me avergonzaré de ser real, de mostrar mi corazón sin disfraz, porque la vida es un carnaval, y yo soy el rey de mi ve

No. 22 "El Jardin del Amor"

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  En el jardín del alma, el amor florece, una fuente eterna de pasión y ternura. Pero a menudo, sin saberlo, dejamos que se seque permitiendo que el tiempo y nuestras negligencias cierren sus causes. * Muere el amor, no por naturaleza, sino por nuestra incapacidad de nutrirlo y protegerlo. Es como un río sediento que se desvanece en el desierto de nuestra indiferencia, marchitándose en la aridez de la ceguera emocional. * Nuestras heridas y traiciones, como piedras en su lecho, obstruyen su flujo hasta que se convierte en un débil susurro. * Y cuando el corazón se cansa, cuando el alma se marchita, el amor se desvanece en la penumbra de la desidia. * Por eso, debemos ser jardineros de nuestros propios corazones, regando el amor con sinceridad, podando los errores con humildad, y protegiéndolo del frío con el cobijo cálido de la confianza. Solo así podremos mantener vivo el resplandor eterno del amor, iluminando cada rincón de nuestras vidas con su luz radiante.

No.21 "Tesoros del Viaje: Reflexiones Poéticas para una Vida Plena"

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  En el efímero transcurrir de tus días, donde el reloj de arena inexorablemente se desliza entre tus dedos, reflexiona sobre la fugacidad de la existencia. No te afanes en acumular riquezas que al final no podrás llevar contigo a partir de este mundo, sino aprende a disfrutar de los tesoros que la vida te ofrece en cada instante. Imagina que eres un navegante en el océano de la vida, donde cada experiencia es una isla por descubrir. Gasta tus monedas de tiempo en travesías que nutran tu alma, enriqueciéndote con los sabores exquisitos de la aventura y la plenitud. No te preocupes por la marea que arrastrará tus huellas una vez te hayas ido, pues en la vastedad del universo, serás parte del polvo que danzan al compás del viento, sin poder escuchar los ecos de elogios o críticas. El tesoro más preciado que posees es el ahora, el presente que se despliega ante ti como un lienzo en blanco esperando ser pintado con los colores de la dicha y el amor. No pierdas la oportunidad de vivir con i

No. 20 "El silencio: Un lenguaje elocuente"

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  A veces, el silencio se convierte en la más bella melodía, en la más elocuente de las palabras. Es un lienzo en blanco donde la imaginación pinta las emociones más profundas, donde el alma encuentra refugio y la mente se libera de ataduras. Es la voz del universo, un susurro que acaricia el corazón y nos invita a la introspección. En el silencio, las palabras se tornan superfluas, innecesarias. Es la danza armoniosa del pensamiento, la expresión pura del ser. Es la quietud que precede a la tormenta, la calma que anuncia la tempestad. Es el útero donde se gestan las ideas, la tierra fértil donde brotan los sueños. El silencio es la madre de la sabiduría, la fuente de la creatividad. En su abrazo, encontramos la paz interior, la conexión con nuestro yo más íntimo. Es el espejo donde se refleja el alma, la brújula que nos guía en la oscuridad. En el silencio, encontramos la verdad, la respuesta a las preguntas que nos atormentan. Es el bálsamo que cura las heridas del alma, la medicina

No. 19 Oh, soledad: Un refugio en el camino de la vida

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  Oh, soledad, musa de mi alma, contigo encuentro la paz que anhela mi corazón. En tu abrazo silencioso, se acallan las voces del mundo y puedo escuchar la melodía de mi ser. Eres el bálsamo que cura las heridas del alma, el oasis que calma la sed del espíritu. En tu seno, me refugio del bullicio y la confusión del mundo, y encuentro el espacio para crecer y florecer. Eres la confidente que guarda mis secretos, la amiga que nunca me abandona. En tu mirada comprensiva, encuentro la fuerza para enfrentar mis miedos y la sabiduría para navegar las aguas turbulentas de la vida. Eres la maestra que me enseña a ser honesto conmigo mismo, a despojarme de las máscaras y a vivir con autenticidad. En tu compañía, me siento libre de ser quien soy, sin pretensiones ni disfraces. Oh, soledad, aunque a veces te temo y te evito, sé que eres parte esencial de mi ser. Eres la sombra que me acompaña en el camino de la vida, la que me recuerda que la verdadera riqueza reside en mi interior. Eres la brúju

No. 18 "Ecos de Amor en la Sinfonía del Dolor"

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En el tejido del alma, ahí está el dolor, un abismo que desgarra con crudeza, sus bordes, al fin, se cosen, más quedan cicatrices que anhelan la calma. * Es un vacío que persiste, eterno testigo, un eco del amor que latió con fuerza, no temas a este dolor, ni lo suprimas, pues es la huella de un amor ardiente, que dejó su marca, profunda y cierta. * No avergüences al dolor, no lo escondas, permítele ser, como una sombra leal, que te enseña a valorar lo que fuiste, y a aceptar la ausencia con valentía. * Escucha su lamento, siéntelo latir, deja que se asiente en tu ser, sin prisas, porque donde hay dolor, hubo amor, y en esa dualidad, reside la vida. * No te apresures a olvidar, a ignorar, sé un compañero del dolor en su viaje, pues es en ese encuentro con la herida, donde brota la semilla de la sanación. * Así que siéntate, acompaña al dolor, y en su presencia, deja florecer el amor, porque en el regazo del sufrimiento, nace la esperanza, la paz, el renacimiento.

# 42 "La magia de la n"

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# 27 "La danza del tiempo"

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# 15 "Paz en el regazo del tiempo"

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No. 17 "Navegando el Mar del Tiempo"

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  En la juventud, sueños danzan al viento, tejiendo promesas en el vasto cielo azul, mas en la vejez, sabiduría halla asiento, en los pliegues del tiempo, en el alma, en el sur. El joven, con ojos ardientes, ve el juego, las reglas claras, el camino a seguir, mas el anciano, con mirada de sosiego, las excepciones halla, los matices a descubrir. La vejez, ocaso silente y profundo, se inicia cuando los recuerdos, imponentes, se erigen, el pasado opaca el mundo, y la esperanza, en susurros, se aleja entre la gente. En el vasto océano del tiempo extendido, donde olas y orillas en eterno abrazo se encuentran, navegamos entre luces y sombras, unidos, entre alegrías y penas que nuestras almas alimentan. Hasta que, al fin, bajo un crepúsculo dorado, el misterio de la vida, en su devenir, comprendemos, un ciclo eterno, delicadamente entrelazado, donde inicio y fin, en perfecta armonía, se entremezclan

No.16 "El Baile de la Existencia"

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  En el escenario efímero de la existencia, no ambiciono vastas riquezas, ni gloria sin medida. Solo anhelo haber probado cada sendero, haber acariciado cada sueño, como hojas en la brisa. Quiero haber amado con la intensidad de un río que abraza la tierra en su curso, haber conocido el fulgor de la pasión y la suavidad del amor, sin más discurso. Anhelo haber mirado a los ojos del destino, y haber bailado al ritmo de sus caprichos, sabiendo que cada pérdida fue solo un suspiro en el viento, un leve hechizo. Así, en el ocaso de mis días, no buscaré la eternidad en la memoria, sino la paz en el corazón, sabiendo que viví con fervor y sin demora. Que cada paso fue una canción, que cada tropiezo, un verso en el poema, y que al final del camino, habré sido yo mismo, en plenitud suprema. Porque de la vida no quiero mucho, tan solo saber que fui auténtico en mi búsqueda, que abracé cada instante con gratitud, y que en cada latido, encontré mi dicha, mi verdad.