No. 40 Lágrimas de un alma en duelo



Cuando el corazón se quiebra en mil pedazos,
no hay alegría que pueda curar su pena.
Palabras vacías sólo causan más fracasos,

al intentar acallar su tristeza terrena.


No le digas que siga adelante,
que olvide su duelo y su dolor.

Que mire el horizonte distante,

donde las nubes no tienen color.

Lo que su espíritu quebrado anhela
es la ternura de un abrazo cálido,

una presencia que por él vele,

un corazón compasivo y límpido.

Siéntate a su lado en silencio,
deja que sus lágrimas se derramen.

No pretendas con falsas luces vencer,
el duelo que sus entrañas reclamen.

Debe atravesar esta noche oscura
para renacer con el nuevo día.
Tu amor será la antorcha pura
que ilumine su senda sombría.

Abandona tus saberes inútiles,

deja que tu gracia lo inunde.
Qué honor más grande y fútil,

que tu luz sus tinieblas circunde.

El antídoto del dolor y la tristeza
no es la risa, ni palabras vanas.

Es el amor en su inmensa certeza,

abrazar su pena más que humana.



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