No 109 "Forjando el Ser en la Tempestad"
Cicatrices del Viento
A veces, la vida se asemeja a una sinfonía de hojas secas arrastradas por el viento, cambiando de curso sin previo aviso. Intentas esquivar sus remolinos, pero la corriente sigue tus pasos. Cada desvío lleva a un nuevo torbellino, un vals sin fin bajo un cielo plomizo. Esta danza inquietante, lejos de ser un fenómeno externo, surge de lo más profundo de tu ser.
Esta tempestad, al final, eres tú. Es un torbellino que nace en tu interior, un reflejo de tus propias luchas y anhelos. La única opción es enfrentarlo, sumergirte en su caos con los sentidos protegidos, avanzando paso a paso a través de su desorden. En su núcleo, no hay sol ni luna, ni norte ni sur; solo una vasta extensión de polvo gris que flota, como cenizas de memorias olvidadas, en el vacío del horizonte. Imagínate una tormenta así.
Te abrirás camino, sin duda. La feroz tormenta de polvo que es tanto metafísica como simbólica. A pesar de su naturaleza abstracta, sus vientos serán crueles, desgarrándote hasta los huesos.
Y cuando la tormenta se haya disipado, no entenderás del todo cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro de que haya cesado realmente. Pero algo será innegable: la persona que emerja del otro lado no será la misma que entró. Ahí radica el verdadero propósito de la tormenta: transformarte irrevocablemente.
La tormenta que llevas dentro, esa danza inquietante de sombras y luces, te transforma en cada paso que das. Al salir del torbellino, sentirás que el mundo ha cambiado, pero en realidad, has sido tú quien ha evolucionado. Las cicatrices que llevas son marcas de tus batallas ganadas, y aunque el camino fue arduo, la sabiduría que obtuviste es inquebrantable.
A medida que las arenas se asientan, el silencio te envuelve. Es en este momento de quietud que te das cuenta de la magnitud de tu viaje. Ya no eres la misma persona que temblaba al borde del abismo. Ahora, eres un ser renovado, forjado por las fuerzas implacables de tu propia existencia. Cada grano de arena que alguna vez te abrumó se convierte en un pilar de tu fortaleza.
Esta travesía no es solo una prueba de resistencia, sino una metamorfosis completa. En el ojo de la tormenta, encontraste tu verdadero yo, y al emerger, llevas contigo la esencia de lo aprendido. La vida, con todas sus incertidumbres, ahora se presenta como un lienzo en blanco listo para ser pintado con los colores de tu experiencia.
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