No 77 "La sinfonía del silencio"

 De las profundidades de mi mente, la vida se yergue como un torrente de emociones, un huracán de experiencias que me han esculpido en la roca del tiempo. Alegrías que brillan como estrellas fugaces, tristezas que se arrastran como sombras persistentes, amores que florecen y se marchitan, sueños que se elevan y se estrellan contra la dura realidad. He vivido, he amado, he perdido, he creado, he ganado... y en el vaivén de esta danza existencial, la muerte se ha convertido en una melodía tenue que susurra promesas de paz.

¡Ah, la muerte! Ese enigma fascinante, esa puerta que se abre hacia lo desconocido. Algunos la temen como a un monstruo devorador, otros la anhelan como un refugio de las tormentas. Yo, en cambio, la contemplo con serenidad, como una sinfonía del silencio que promete acallar los ruidos discordantes de mi alma.


Imagino mi cuerpo descansando en la tierra blanda y oscura, envuelto en un abrazo maternal. La hierba mece sus hojas sobre mí como una caricia suave, susurrando secretos que solo la naturaleza conoce. El silencio me envuelve en su manto protector, ahuyentando las voces insistentes del pasado, las preocupaciones del presente y las incertidumbres del futuro.


En ese abrazo terrenal, me libero de las ataduras del tiempo. El ayer se desvanece en la bruma del olvido, el mañana se disuelve en la inmensidad de lo incierto. Solo existe el presente, un instante eterno donde la paz reina suprema.


Perdono a la vida por sus desaires, por sus heridas, por sus desengaños. Acepto con humildad las lecciones aprendidas, los tropiezos que me han fortalecido, las lágrimas que me han purificado. En la quietud de la muerte, encuentro la redención, la absolución de mis errores y mis flaquezas.


Y finalmente, la paz. Una paz profunda, absoluta, inquebrantable. La paz que solo se encuentra en el silencio, en la ausencia de pensamientos, en la fusión con la esencia misma del ser.


¡Oh, muerte! No eres un final aterrador, sino un nuevo comienzo, una transformación hacia lo eterno. Eres la puerta que conduce a la sinfonía del silencio, donde el alma finalmente encuentra su hogar.


En esta danza final con la vida, me despido con una sonrisa serena, con el corazón rebosante de gratitud por el viaje recorrido. Atrás quedan las batallas libradas, las victorias y las derrotas. Ahora solo queda la paz, la quietud, la armonía con el universo.



Comentarios

  1. Solo se hace cuando se es viejo y se tiene la sabiduría, mirar los recovecos , recordar los amores y perdonar los errores........ Que difícil todo esto, pero hay que haberlo vivido para sentirlo 👍🏻👍🏻 !~Jairo

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