No 62 “Destellos de la memoria”
En los rincones secretos del alma,
la vida nos concede sus dones más preciados,
momentos efímeros de pura felicidad,
como luciérnagas brillando en la oscuridad.
A veces son apenas días fugaces,
instantes efímeros que se desvanecen,
como estrellas que parpadean en el cielo,
dejando su huella en la vastedad del tiempo.
Otras veces, son semanas que se estiran,
como hilos de seda en el telar del destino,
tejiendo un manto de dicha y alegría,
que envuelve el corazón en su cálido abrazo.
Y en ocasiones, son años enteros,
un regalo generoso de la fortuna,
un oasis en el desierto de la existencia,
donde el tiempo se detiene y el mundo desaparece.
Pero aunque pasen los días y los años,
el recuerdo de esos momentos perdura,
como un faro en la noche de la memoria,
guiándonos en nuestro viaje por la vida.
Intentamos regresar a ese país de la memoria,
aquel reino de la felicidad y el éxtasis,
pero como mariposas atrapadas en una red invisible,
nos debatimos entre la nostalgia y la realidad.
Y así, seguimos nuestro camino,
con el eco de esos momentos en el corazón,
sabedores de que la verdadera felicidad
reside en el privilegio de haberlos vivido.
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