No 61 "El Oasis de la Calma Interior"
La tranquilidad es un oasis en el desierto de las inquietudes mundanas, un refugio donde el alma puede descansar y beber de las aguas cristalinas de la serenidad. Es el lienzo donde podemos pintar nuestros sueños más preciados, lejos del estruendo y las distracciones que nos rodean.
Cultivarla requiere paciencia y determinación, como el jardinero que cuida amorosamente cada brote, cada capullo en ciernes. Debemos podar las ramas de la ira, la envidia y el miedo, para que los pétalos de la paz puedan florecer en toda su gloria.
Sólo entonces, cuando hayamos aprendido a caminar en silencio por los senderos del autoconocimiento, podremos escuchar el susurro del viento, el canto de los pájaros, la melodía de la vida misma. Nuestros oídos se abrirán a la sinfonía del universo, y nuestros corazones se llenarán de gratitud por cada aliento, cada latido.
Ahondando en mis emociones con sinceridad, reconozco que el camino no es fácil, pero cada paso nos acerca más a esa tranquilidad anhelada. Es un viaje de autodescubrimiento, de desprendimiento de las ataduras que nos atan al sufrimiento y la angustia.
Abracemos la paz como un amante abraza a su amada, con ternura y devoción. Dejemos que su fragancia impregne cada rincón de nuestro ser, y que su luz nos guíe en los momentos de oscuridad. Porque la tranquilidad no se negocia, se cultiva, se atesora y se protege como el más preciado de los tesoros.
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